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Mamá

Mabel Monroy Fragoso (fotografía tomada por el año 2019)

Mamá
 
Mamá ya no está por aquí.
¿Acaso hizo ella algo mal?
¿O simplemente los ángeles
mueren sin motivo, sin razón?
¿O qué engranaje divino
se trabó, cortando sin querer
una existencia tan grata,
para árboles y flores.

*El poema «Mamá» fue publicado por vez primera en el número 48 de la revista «El Comité 1973». Enero – Febrero, 2023.

La noche se abre

Texto de Meneses Monroy

La noche se abre

dando paso al día.

De a poco, un graznar

de aves, se acrecienta.

*

Mi cuarto es un vacío

con rendija al mundo.

Afuera, en la piscina,

se remojan algunos cuerpos.

Algunos otros, más allá,

descansan en la arena.

*

Ojalá yo también

fuera un cuerpo en la arena,

pero soy sólo humo

en un cuarto vacío.

*

*

Nota: texto publicado originalmente en el número 15. Enero – febrero, 2015, de la revista El Comité 1973.

Acerca de la vida y la muerte

Texto de Meneses Monroy

A veces, sólo a veces

miramos nuestra piel

y está desvencijada,

lo mismo que la puerta

que conduce al cementerio.

*

Pensamos que en todo instante

se consume nuestro halo de existencia,

que la muerte se halla en cada mancha de la piel,

en cada partícula que cesa, en cada sonrisa,

burbuja tornasol que un niño arroja y pronto expira.

*

Miramos a la esfera de luciérnagas

que alumbrando

muere abrasada por su fuego.

*

Pensamos que como hombres en la tierra

hay estrellas apagadas en el cosmos.

Pensamos en la muerte de todo lo vivo,

en Dios que siendo vida debe también ser muerte,

pensamos en nosotros los sabidos mortales.

*

Sí, todo fenece a cada momento.

Las propias jacarandas también mueren,

incluso al florecer, el germen de la muerte está creciendo.

Las palabras perecen lo mismo que las lenguas

y nos referimos a ellas como “lenguas muertas”.

*

Los amigos mueren, la amada morirá un día o ya ha muerto.

Todo muere, incluso el odio,

con sus dientes de fuego, acaba devorándose a sí mismo.

El amor, ese ingenuo, más pronto que tarde

termina en una caja.

*

Luego, pisamos el pasto que sucumbe a nuestro paso,

y reflexionamos que también sin pisarlo muere.

Entonces, tras varias reflexiones acerca del morir,

creemos comprender mejor el universo;

una luz resplandece al tiempo que nos hiere.

Y justo en ese instante el milagro ocurre:

olvidamos el hallazgo para seguir viviendo,

sin pensar, sin recordar lo obvio:

la vida no es otra cosa que muerte.

Así, el camino que trazamos al vivir,

es el de la muerte oculta en nuestro ser.

*

Nota: texto publicado originalmente en el número 11. Mayo – junio, 2014, de la revista El Comité 1973.